No es ético hacer campaña política con las desgracias sociales

Editorial.— La República Dominicana está inmersa en una intensa campaña política desde hace varios meses, ya que en este año 2024 se llevarán a cabo las elecciones municipales, así como las elecciones presidenciales y congresuales.
Faltan tan solo 19 días para que la población decida quiénes serán sus principales ejecutivos en los gobiernos municipales. Observamos el fanatismo, la lealtad, el fervor político y hasta la imprudencia tirada a las calles.
Muchos de los candidatos que compiten en la contienda electoral venidera buscan repetir como alcaldes, directores distritales y regidores. Las promesas llueven a cántaros, y la ilusión florece en la mente de algunos ciudadanos.
En la batalla por alcanzar una curul, los contendientes crean sus proyectos; hombres y mujeres, algunos de buena voluntad y otros de dudosa voluntad, venden sus propuestas a los votantes para que estos, el día de las elecciones, marquen sus caras en las boletas.
Durante la campaña, vemos a los aspirantes difundir sus propuestas a través de anuncios publicitarios en los medios de circulación nacional y en las redes sociales, con la finalidad de llegar a dirigir los diferentes municipios.
Por otro lado, algunos candidatos quieren sacar provecho de situaciones malignas, aquellas que quedan selladas en la mente de las personas para siempre. Es el caso de dos fenómenos atmosféricos que han golpeado a la capital y otras provincias del país: las inundaciones causadas por lluvias torrenciales que originaron pérdidas humanas y materiales.
La irracionalidad política ha llevado a que algunos candidatos jueguen con el dolor histórico de las personas afectadas por desgracias sociales, intentando crear rabia en los dolientes para que voten por ellos en el día de las elecciones.
Creemos que cambiar la forma de hacer política aportaría mucho al cambio social. Si los líderes de los partidos juegan con la miseria y el dolor social, las transformaciones no se ejecutarán y la República Dominicana seguirá siendo la misma selva de cemento.»